Nacido en Alemania pero naturalizado inglés, acompañándolo con interpretaciones de algunas de sus numerosas composiciones.
Georg Friedrich Händel nació en Halle, actual Alemania, en 1685 y murió en Londres en 1759. Estricto contemporáneo de Johann Sebastian Bach (aunque difícilmente podrían hallarse dos compositores más opuestos en cuanto a estilo y aspiraciones), Haendel representa no sólo una de las cimas de la época barroca, sino también de la música de todos los tiempos. Músico prolífico como pocos, su producción abarca todos los géneros de su época, con especial predilección por la ópera y el oratorio, a los que, con su aportación, contribuyó a llevar a una etapa de gran esplendor.
Oponiéndose a los deseos de su padre, quien pretendía que siguiera estudios de derecho, la carrera de Haendel como músico comenzó en su Halle natal, donde tuvo como profesor al entonces célebre Friedrich Wilhelm Zachau, organista de la Liebfrauenkirche; fue tal su aprovechamiento que en 1702 fue nombrado organista de la catedral de su localidad y, un año más tarde, violinista de la Ópera de la corte de Hamburgo, donde entabló contacto con Reinhard Keiser, un compositor que lo introdujo en los secretos de la composición para el teatro. delonghi lattissima one surround system ohne subwoofer calcio jopatro tablo soba materassino gonfiabile rotondo come pulire una caffettiera di alluminio sklopka za mješalicu betona next xbox release date 2019 brita wasserentkalker nike sneaker türkis brooklyn nyc original jersey gopro quicktime for windows 8 vans led zeppelin como decorar una habitacion matrimonial cercei aur model indian
En Hamburgo, precisamente, estrenó Haendel en 1705 su primera ópera, Almira, que fue bien acogida por el público. Un año más tarde el músico emprendió un viaje a Italia que había de tener especial importancia, ya que le dio la oportunidad de familiarizarse con el estilo italiano e introducir algunas de sus características en su propio estilo, forjado en la tradición contrapuntística alemana. Las óperas Rodrigo y Agrippina y el oratorio La Resurrezione datan de esa época.
Te invitamos a escuchar “Proverai di che fiere saette” de la ópera “Almira” en interpretación de la soprano Amanda Forsythe y el ensamble del Boston Early Music Festival:
En 1710, de regreso en Alemania, Georg Friedrich Haendel fue nombrado maestro de capilla de la corte del Elector de Hannover, puesto que abandonó al final de ese mismo año para trasladarse a Inglaterra, donde pronto se dio a conocer como autor de óperas italianas. El extraordinario triunfo de su ópera Rinaldo, hizo que se decidiera afincarse en Londres a partir de 1712.
De esta ópera, tengamos el inmenso placer de escuchar la maravillosa aria “Lascia ch’io pianga” en interpretación del conjunto Voices of Music con la soprano Kirsten Blaise.
Dos años más tarde, su antiguo patrón, el Elector de Hannover, fue coronado rey de Inglaterra con el nombre de Jorge I, y el compositor reanudó su relación con él, interrumpida tras el abandono de sus funciones en la ciudad alemana. Fueron años éstos de gran prosperidad para Haendel: sus óperas triunfaron en los escenarios londinenses sin que los trabajos de autores rivales como Bononcini y Porpora pudieran hacerles sombra.
Sin embargo, a partir de la década de 1730, la situación cambió de modo radical: a raíz de las intrigas políticas, las disputas con los divos (entre ellos el castrato Senesino), la bancarrota de su compañía teatral y la aparición de otras compañías nuevas, parte del público que hasta entonces lo había aplaudido le volvió la espalda.
A partir de ese momento, Haendel volcó la mayor parte de su esfuerzo creativo en la composición de oratorios: si Deidamia, su última ópera, data de 1741, de ese mismo año es El Mesías, la obra que más fama le ha reportado.
Con temas extraídos de la Biblia y textos en inglés, los oratorios constituyen la parte más original de toda la producción del compositor y la única que, a despecho de modas y épocas, se ha mantenido en el repertorio sin altibajos significativos, especialmente en el Reino Unido, donde el modelo establecido por Haendel ha inspirado la concepción de sus respectivos oratorios a autores como Edward Elgar o William Walton.
En 1710, cuando Haendel planea trasladarse de Hannover a Londres, donde hacía furor la ópera italiana, no sabía hasta qué punto su carrera iba a pender de un hilo en el futuro, debido a un hecho que en principio poco le atañía, la aprobación en el Parlamento de Westminster una década antes de la llamada Acta de Establecimiento.
El Act of Settlement se había concebido para garantizar la sucesión a la corona de Inglaterra a los miembros de la familia protestante de la Casa de Hannover, ligada a los Estuardo por una hija de Jacobo I. En otras palabras, se trataba de cerrar el paso al trono a un rey favorable al catolicismo y, en particular, a Jacobo Francisco Estuardo, a quien Luis XIV había designado rey con el nombre de Jacobo III.
He aquí que Haendel se estrena poco después de aprobarse esta ley como maestro de capilla de Georg, que es a la sazón príncipe elector de Hannover. La historia comienza aquí a centrarse, y a descentrarse para el compositor, pues no es conveniente jugar al gato y al ratón con aristócratas, máxime si son caprichosos y pueden llegar a sentarse en un trono como el de Inglaterra. Cuando Haendel le pide permiso a su patrón, buen amante de la música, para viajar a Londres, el príncipe Georg no tiene inconveniente siempre que la estancia sea temporal. Desea sinceramente el triunfo público e internacional de su Kapellmeister, pero también lo quiere para sí. La situación se complica cuando la bulliciosa capital inglesa cae rendida ante la belleza de la ópera Rinaldo en 1711 y su autor se siente tan bien acogido allí que no tiene ninguna gana de volver a la aburrida Hannover.
Georg, aún confiado en que su pupilo regresará al cabo de una temporada, le permite afincarse en Londres, donde Haendel presenta sucesivamente Il pastor fido, Teseo y Lucio Cornelio Silla en el plazo de dos años. Sus deseos de retornar decrecen en la misma medida en que se incrementa el enfado del príncipe, que a esas alturas está ya a punto de convertirse en monarca de Inglaterra.
Su madre, Sofía, se convertía en heredera de la corona británica en caso de que Guillermo III y su cuñada Ana (Estuardo) murieran sin descendencia, cosa que ocurrió. Y como Sofía falleció semanas antes que Ana, fue el príncipe Georg de Hannover quien pasó a ser rey de Inglaterra, con el nombre de Jorge I, en virtud del Act of Settlement. Haendel, en el cénit de su creatividad, se enfrenta ahora a una situación de lo más violenta. El patrón al que ha dejado tirado, reina sobre el país que él ha conquistado a su vez con su música, y ahora le urge recuperar el favor real.
Brillante empresario como es, se pone a maquinar la manera de agasajar al rey Jorge para aplacar sus iras. Aunque desconocemos si la idea de la Música Acuática fue suya o del barón Kielmansegge, que había acompañado a Haendel desde Hannover, lo cierto es que el monarca había pensado dar una fiesta a bordo de una barcaza que bajaría por el Támesis desde Whitehall hasta Limehouse. El barón entró aquí en juego para convencerlo de que una segunda falúa los siguiera de cerca interpretando música, y corrió de inmediato a encargársela a Haendel y… ya se sabe lo que pasó. El éxito de la obra fue rotundo.
No debemos olvidar tampoco otras facetas de la producción de Haendel, en especial la música instrumental, dominada por sus series de Concerti grossi y conciertos para órgano, entre otros.
El 21 de abril de 1749 Haendel concluyó la composición de la Música para los Reales Fuegos Artificiales que fue estrenada en el Green Park, un bello parque situado en el corazón de Londres, seis días más tarde, a modo de celebración por la firma del Tratado de Aix-la-Chapelle que puso fin a la guerra por la sucesión de la Corona de Austria, por el cual la paz volvió momentáneamente a Inglaterra, Francia y Holanda.
El rey encargó a Haendel que escribiera la música para la ocasión utilizando sólo instrumentos militares pero Haendel arregló parte de la música de dos conciertos anteriores, escribió también algo de música original para acompañarla y orquestó la pieza para una gran banda militar: 24 oboes, 12 fagotes, 9 trompetas, 9 cornos, 3 pares de timbales, un contrafagot, un serpentón y tambores de bordones (que no están indicados en la partitura). Las cuerdas que se había visto obligado a omitir permanecieron en su mente para futuras interpretaciones. El ensayo al aire libre reunió a una multitud de 12.000 espectadores, que produjo un atasco de tres horas en el Puente de Londres y casi provocó un tumulto. Al día siguiente asistió a los festejos aún mayor número de espectadores.
Los últimos años de vida del compositor estuvieron marcados por la ceguera, originada a consecuencia de una fallida operación de cataratas. A su muerte fue inhumado en la abadía de Westminster junto a otras grandes personalidades británicas.