El papel de la música en William Shakespeare es múltiple y cambiante. De ella interesa al dramaturgo su inestabilidad, cómo afecta a los personajes y, en definitiva, al público. Además de eco pitagórico de orden divino, la música es un elemento volátil, manipulable y manipulador: sus efectos dependen no solo de la naturaleza del que escucha, sino de las intenciones y oportunidad del que la interpreta o se sirve de ella. Noche de reyes y La tempestad son, quizás, sus obras más eminentemente musicales, sin olvidar El mercader de Venecia, Cimbelino y El sueño de una noche de verano. טויס אר אס אופניים פרוזן red leather shirt parasoles quito hp מדפסת פשוטה הגה גז וברקס למחשב חנות צילום ופיתוח תמונות באזריאלי adidasi leopard casio rangeman gpr b1000 1ber червило в ръчен багаж nike w internationalist premium black black summit white big ten tournament apparel מתי אפשר לעשות טיפולי לייזר חנות ריהוט גן געש тример бош кауфланд тръбна скара за домашни цели
En época isabelina y posterior, los acompañamientos musicales para el teatro se realizaban mediante copia y pega de tonadas ya existentes; pocas veces se creaban piezas expresamente para ello. Shakespeare jugaba así con la capacidad del público para reconocer las melodías más conocidas. Dominaba bastante la música popular, las baladas, las canciones de amor, los aires callejeros…; cita y juega con la música sin prejuicios. Ejemplo de canción archiconocida es la doble mención en Las alegres comadres de Windsor de la balada tradicional Greensleeves, muy popular entonces y hoy en día, tanto dentro como fuera de Inglaterra.
Distinguimos dos tipos de canciones y melodías: las que vienen completas y expresamente creadas para adaptarse a la acción sobre el escenario y las interpretadas de forma fragmentaria, en tanto que citas reconocibles de piezas preexistentes. Es precisamente a partir de los equívocos y las ambigüedades de las letras cuando estas últimas encuentran gran parte de su fuerza evocadora. Entre las melodías más estremecedoras se encuentran las que entona en Hamlet la enloquecida Ofelia: canciones que revelan su locura y preludian su muerte.
Si bien en La tempestad también se usa la música como herramienta mágica, no toda está sujeta a los más altos designios. Con la canción los espíritus en “La Tempestad”, última obra de Shakespeare, cobra cuerpo lo humanístico, más allá de todo pitagorismo.
Como pueden observar en este “mini” recorrido por la musicalización en el teatro, Shakespeare buscó siempre jugar con las emociones del público y la música era uno de sus elementos más utilizados.